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Había una
vez un niño llamado Gabriel al que le gustaba mucho la lectura y también
escribir cuentos, fabulas y demás. Gabriel nunca faltaba a la escuela y siempre
mantenía con su mejor amigo Leandro. Leandro no tenía los mismos gustos de
Gabriel pero le iba bien en todas las asignaturas y era un niño callado y hasta
un poco tímido.
Un día al
llegar a la casa después de la escuela, le dijo a sus padres: - ¡Papá, mamá! Me
pusieron una tarea muy especial, debo representar mi historia de vida frente a
un escenario de teatro. Sus padres exclamaron: _ ¡Qué maravilloso, Gabriel es
increíble! y ¿Cómo lo vas a hacer?
-
Ustedes
me deben ayuda, quiero contar mi historia porque he sido un niño afortunado,
tengo los mejores padres.
Gabriel se fue a descansar y a imaginar cómo lo haría.
Leandro se
asomó a la ventana de Gabriel y éste lo
invito a jugar, pero Gabriel no sabía que Leandro estaba triste.
_ Gabriel,
sólo venía a saludarte y a despedirme de ti y no sé si volveré a verte, quiero
que sepas que eres mi mejor amigo.
-
No
te entiendo Leandro, ¿Qué pasa?
La mamá de Leandro llega al lugar
llorando y Gabriel le pregunta el motivo de su tristeza.
Leandro
interrumpe diciendo: - “yo sufro de una enfermedad grave y contagiosa y debo
alejarme con mi mamá muy lejos de aquí. El médico dice que puedo morir”
-
¿Qué?
¿No hay una solución?
-
No
creo - respondió Leandro.
La mamá de
Leandro interrumpe… - el doctor dice que
hay una flor muy especial de color dorado, pequeña y está en la más grande
colina del pueblo.
-
Pues
iremos tras ella, aseguró Gabriel.
Lo más preocupante era
que Leandro la tenía que arrancar y estaba muy débil para emprender el viaje,
pero su madre no desmayaría y a esta aventura se unieron los padres de Gabriel
y Gabriel, sin importar que también podían correr el riesgo de contraer la
enfermedad de Leandro.
No fue fácil
subir la colina, a Leandro le dolía mucho el pecho y tenía demasiada tos.
Al llegar vieron la flor dorada y se pusieron
felices al verla pero Leandro estaba tan mal que se desmayó.
El susto de
su madre fue enorme, puesto que Leandro no iba a poder arrancar la flor y por
lo tanto moriría.
Su madre empieza
a llorar desesperadamente sobre el cuerpo de Leandro, sin darse cuenta que sus
lágrimas cubrían el rostro del pequeño niño.
Leandro
despierta y sin perder tiempo ni dar lugar a nada más, es llevado donde se encuentra la flor la
arranca pero se dan cuenta que todas están marchitas la madre de Leandro apunto
de desfallecer los invita a todos a arrodillarse y orar.
Mientras oraban salía un destello en el cielo
que hizo inmediatamente que nacieran más flores doradas y Leandro fue en busca
de su flor y al arrancarla ésta tomó vida y le dijo:
-
Estas
curado Leandro, debes recordar siempre que en todos los momentos de tu vida
buenos o malos, jamás debes olvidar a Dios, todo se hace posible por Él.
Desde ese
momento Leandro y Gabriel tuvieron presente a Dios en todas la actividades en
su vida y escribieron esta historia que fue publicada y leída por toda las
personas del mundo y sirvió de ejemplo hasta para aquellos que
irresponsablemente dicen no creer en Dios.
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